Publican oración que el Papa Benedicto dejó en el Muro de los Lamentos

El Papa Benedicto XVI, siguiendo las huellas del Siervo de Dios Juan Pablo II, colocó esta mañana en el Muro de los Lamentos una oración en la que pide la paz en Tierra Santa y en Oriente Medio.

A continuación el texto íntegro de la misma, publicada por L'Osservatore Romano en inglés e italiano:

Dios de todos los tiempos,

en mi visita a Jerusalén, la "Ciudad de Paz",

hogar espiritual de judíos, cristianos y musulmanes,

traigo ante ti las alegrías, las esperanzas

y las aspiraciones,

los intentos, el sufrimiento y el dolor

de todos los pueblos del mundo.

Dios de Abraham, Isaac y Jacob,

escucha el llanto de los afligidos, los temerosos, los desesperados,

envía tu paz a Tierra Santa,

a Medio Oriente,

a toda la familia humana.

Mueve el corazón de quien invoca tu nombre,

para que camine humildemente por el camino de la justicia y la compasión.

"¡Bueno es Yahveh para el que en él espera,

Para el alma que le busca" (Lam3, 25)

Fuente: Aci Prensa




El Papa honra la memoria de las víctimas del Holocausto

Benedicto XVI visitó este lunes el Memorial del Holocausto, donde honró a los millones de judíos asesinados en la horrenda tragedia de la Shoah. En silencio el Santo Padre se detuvo en dos simples palabras “yad” (memorial) y “shem” (nombre), que expresan de forma solemne el significado profundo de este venerado lugar.

“Ellos perdieron la vida pero nunca perderán sus nombres: porque están inscritos en el corazón de sus seres queridos, de sus compañeros de prisión y de todos los que están decididos a no permitir nunca más que un horror similar pueda deshonorar una vez más a la humanidad”.

Benedicto XVI visitó el Yad Vashem, tras su audiencia con el presidente del estado de Israel, Simon Peres.

El Monumento en memoria del Holocausto contiene algunas urnas con las cenizas de víctimas de varios campos de concentración. En su discurso el Papa aludió constantemente a los nombres de las víctimas porque “por mucho que alguien se esfuerce, nunca podrá arrebatar el nombre de otro ser humano”. Se puede robar las posesiones del vecino, las ocasiones favorables o la libertad. Se puede tejer una insidiosa red de mentiras para convencer a los demás que ciertos grupos no merecen respeto.

El Santo Padre deseó en este emblemático lugar que “los nombres de las víctimas no mueran jamás, que sus sufrimientos no sean nunca negados, disminuidos u olvidados y que cada persona de buena voluntad vigile para erradicar del corazón del hombre capaz de conducir a tragedias similares a esta”.

Benedicto XVI aseguró la profunda compasión que la Iglesia católica siente por las víctimas que aquí se recuerdan. “Del mismo modo, se posiciona al lado de cuantos son perseguidos a causa de su raza, del color, de la condición de vida o de la religión; sus sufrimientos son los suyos y suya es la esperanza de justicia. Como obispo de Roma y sucesor del apóstol Pedro, subrayo –como mis predecesores- el compromiso de la Iglesia a rezar y a actuar para asegurar que el odio no reine nunca más en el corazón de los hombres”.

El Papa aludió a los reflejos en el espejo de agua que se extienden en el interior del monumento para insistir en la importancia de los nombres de las víctimas. Y en este silencioso contexto el Pontífice imaginó las felices perspectivas de sus padres mientras esperaban con ansia el nacimiento de sus hijos, qué nombre poner a este hijo, cual será su destino, pero sobre todo, quien habría podido imaginar que habrían sido condenados a un destino tan triste.

“Mientras estamos aquí en silencio, su grito resuena todavía en nuestros corazones. Es un grito que se alza contra cada acto de injusticia y de violencia. Es una condena perenne contra el derramamiento de sangre inocente”.

Antes de terminar el Papa manifestó su profunda gratitud “a Dios y a ustedes por la oportunidad que me ha sido dada de detenerme aquí en silencio: un silencio para recordar, un silencio para la esperanza”.
Fuente: Aica




Recuerdan al padre Mugica a 35 años de su muerte

Con motivo de cumplirse 35 años del asesinato, hoy, a las 18, en el Salón Auditórium Manuel Belgrano del Ministerio de Relaciones Exteriores, Esmeralda 1212, se recordará al presbítero Carlos Mugica.

Organizado por la Secretaria de Culto de la Nación, se evocará al sacerdote que trabajó en la Villa 31. La ambientación del acto, que será presentado por el consejero Alberto Balboa, se formalizará con la Misa para el Tercer Mundo, de cuya letra fue autor Mugica, con música de Roberto Lar e interpretada por el Grupo Vocal Argentino.

Después de las palabras de bienvenida del secretario de Culto de la Nación, embajador Guillermo Oliveri se proyectarán imágenes de un video realizado en la Universidad Nacional de Lomas de Zamora por Gabriel Mariotto, a cargo en la actualidad del Comité Federal de Radiodifusión, y Gustavo Gordillo.

Un panel, integrado, entre otros, por el P. Domingo Bresci, presentará la segunda edición actualizada de Patria Grande del libro "Entre dos fuegos", de Martín De Biase, sobre la vida y la muerte del padre Mugica. Se compartirán, también, varios testimonios: una interpretación de la murga de la villa 31 "Los Guardianes de Mugica", una oración a cargo del presbítero Guillermo Torre, actual párroco en la Villa 31, y se cantará "Vamos a vencer" con el padre Carlos Saracini, párroco de la parroquia Santa Cruz.

Ese día, a las 20, el padre Domingo Bresci presidirá una misa en la parroquia San Francisco Solano, Zelada 4771, y la predicación estará a cargo del presbítero Torre.

Carlos Francisco Sergio Mugica Echagüe nació un 7 de octubre de 1930 en Capital Federal y se crió en una familia de clase alta: fue el tercero de los siete hijos que tuvieron Adolfo Mugica, un diputado conservador, y Carmen Echagüe, hija de estancieros.

A los 19 años comenzó los estudios de Derecho en la Universidad de Buenos Aires (UBA) y, dos años más tarde, los abandonó para ingresar al Seminario Metropolitano de Villa Devoto. Fue ordenado sacerdote en 1954.

El sacerdote fue asesinado el 11 de mayo de 1974 a las 20.15, cuando salía de celebrar una misa en la iglesia San Francisco Solano, en el barrio porteño de Villa Luro.
Fuente: Aica




Son hermanos, uno se ordena sacerdote el otro diácono

Guido y Sebastián García son hermanos de sangre y abrazaron una misma vocación de especial consagración dentro de la familia betharramita, y el próximo sábado 16 de mayo vivirán un momento especial al ser ordenados en una misma celebración eucarística. Uno como sacerdote y el otro como diácono.

Según el padre Gustavo Agin SCJ, superior de la región “Padre Augusto Etchecopar”, la Eucaristía será presidida por el obispo auxiliar de Buenos Aires, presbítero Luis Fernández, ese día a las 19 en la basílica del Sagrado Corazón, avenida Vélez Sarsfield 1351, del barrio porteño de Barracas.

Guido García nació hace 29 años en el porteño barrio de Caballito, en el seno de una familia católica y fue bautizado en la parroquia Santa Julia. Cursó estudios primarios y secundarios en el histórico colegio San José de Buenos Aires, donde recibió por primera vez la Eucaristía y el sacramento de la Confirmación.

Durante sus años de formación inicial cursó estudios filosóficos y teológicos en le aFacultad de Teología de la Universidad Católica Argentina, cercana al Seminario Arquidiocesano de Devoto, obteniendo muy alto promedio académico. Finalmente en 2000 ingresó en la Congregación de los Sacerdotes del Sagrado Corazón de Jesús de Betharram, de origen francesa, con más de 150 años de presencia misionera en el Río de la Plata.

Durante sus años de formación inicial cursó estudios filosóficos y teológicos en la Facultad de Teología de la Universidad Católica Argentina, cercana al Seminario Arquidiocesano de Devoto, obteniendo un muy alto promedio académico.

En su año de preparación para los votos perpetuos y la ordenación sacerdotal, realizó una experiencia de formación en Tailandia, Roma, Tierra Santa y el santuario de la Virgen de Betharram en Francia.

Actualmente forma parte de la comunidad betharramita en pastoral misionera en la parroquia Nuestra Señora de la Merced, de Nueva Esperanza, Santiago del Estero, donde desempeña también su servicio diaconal.

Sus primeras misas serán celebradas en Buenos Aires y luego en las localidades parroquiales de Santiago del Estero.
Fuente: Aica

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