La Inmaculada Concepción de la Virgen María

La Concepción Inmaculada de María (su preservación del pecado original y de todo pecado personal) está insinuada, mejor implícitamente revelada, v.gr., en los textos bíblicos. La Iglesia ha considerado las palabras del Arcángel San Gabriel en su saludo a María; “ llena de gracias”, como expresión de pureza, de inmunidad de todo pecado; y ha contemplado en la “Mujer”, que junto con “su Linaje” (su Hijo) “aplasta la cabeza de la Serpiente”, la victoria de María, “la nueva Eva” (en Jesucristo su Hijo), sobre el pecado original y personal.

La Iglesia ha llevado en las entrañas de su Fe la persuasión –su Revelación- de la Concepción Inmaculada de María. En el curso de los tiempos, la Iglesia, asistida por el Espíritu Santo que “la guía hasta la verdad plena”, ha ido desentrañando, haciendo cada vez más explícita, en la reflexión, en la plegaria, en las celebraciones, la creencia –Revelación- , de la Concepción Inmaculada de María. Hasta llegar a la declaración solemne (Definición Dogmática) del Papa Pío IX en 1854. “ Que la Virgen María fue preservada inmune de toda mancha de pecado original en el primer instante de su Concepción por singular gracia y privilegio de Dios... en atención a los méritos de Jesucristo... “. María ha sido redimida por Jesucristo su Hijo –como todo los hombres antes y después de Cristo- de manera singular: “siendo preservada”.

La Concepción Inmaculada de María, lejos de ser una arbitrariedad, es consecuencia y exigencia de su Maternidad Divina. Ninguna otra criatura humana ha estado tan próxima, en contacto casi-físico con la Divinidad, como María, llevando en su seno al Hijo de Dios y ninguna Madre ha recibido la altísima misión, que María recibió de ser “educadora” del Hijo de Dios (la maternidad se realiza en la función educadora). Celebramos la Solemnidad de la Inmaculada Concepción de María –nueve meses exactos de la Fiesta de la Natividad de María (el ocho de septiembre)- dentro del Tiempo de Adviento María con su pureza y santidad (la “llena de gracia”), simboliza, personifica y anticipa el futuro de la humanidad, salvada en Cristo. En María se ha cumplido plenamente lo que el Apóstol nos anuncia como proyecto, que ha de realizarse en nosotros. Así Ella es la Imagen de la Iglesia.


Oremos

Dios todopoderoso, que, por la inmaculada concepción de la Virgen María, preparaste una digna morada para tu Hijo y, en previsión de la muerte de Jesucristo, preservaste à su madre de toda mancha de pecado, concédenos también a nosotros, por intercesión de esta madre inmaculada, que lleguemos à ti limpios de toda culpa. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.


Fuente: evangeliodeldia.org

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