Lunes 14 de Diciembre de 2009


Evangelio según San Mateo 21,23-27.
Jesús entró en el Templo y, mientras enseñaba, se le acercaron los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo, para decirle: "¿Con qué autoridad haces estas cosas? ¿Y quién te ha dado esa autoridad?".
Jesús les respondió: "Yo también quiero hacerles una sola pregunta. Si me responden, les diré con qué autoridad hago estas cosas.
¿De dónde venía el bautismo de Juan? ¿Del cielo o de los hombres?". Ellos se hacían este razonamiento: "Si respondemos: 'Del cielo', él nos dirá: 'Entonces, ¿por qué no creyeron en él?'.
Y si decimos: 'De los hombres', debemos temer a la multitud, porque todos consideran a Juan un profeta".
Por eso respondieron a Jesús: "No sabemos". El, por su parte, les respondió: "Entonces yo tampoco les diré con qué autoridad hago esto".



Comentario del Evangelio por:
Santo Tomás de Aquino (1225-1274), teólogo dominico, doctor de la Iglesia Comentario al evangelio de Juan, 4,1

El testigo de Dios

Toda criatura existe para dar testimonio de Dios, puesto que toda criatura es como una prueba de su bondad. La grandeza de la creación da testimonio, a su manera, de la fuerza y el poder omnipotente de Dios, y su belleza da testimonio de la divina sabiduría. Ciertos hombres reciben de Dios una misión especial: dan testimonio de Dios no tan sólo desde el punto de vista natural, por el hecho de existir, sino más bien de manera espiritual, a través de sus buenas obras... Sin embargo, los que no se contentan con sólo recibir los dones divinos y actuar de manera conforme a la gracia de Dios sino que comunican sus dones a otros a través de la palabra, dándoles ánimos y exhortándolos, éstos son, de manera más especial aún, testigos de Dios. Juan es uno de estos testigos; vino a difundir los dones de Dios y anunciar sus alabanzas.

Esta misión de Juan, su papel de testigo es de una grandeza incomparable porque nadie puede dar testimonio de una realidad más que en la medida en que partidipa de ella. Jesús dijo: «Hablamos de lo que sabemos y damos terstimonio de lo que hemos visto» (Jn 3,11). Ser testigo de la verdad divina supone conocer esta verdad. Por eso, Cristo tuvo también este papel de testigo: «Para esto he nacido y para esto he venido al mundo: para ser testigo de la verdad» (Jn 18,37). Pero Cristo y Juan tenían papeles diferentes. Cristo poseía esta luz en sí mismo; más aún, él era esta luz; mientras que Juan tan sólo participaba de ella. Cristo dio un testimonio completo porque manifesto perfectamente la verdad. Juan y los demás santos no lo hacen sino en la medida en que reciben esta verdad.

Misión sublime la de Juan: implica su participación en la luz de Dios y su semejanza con Cristo que también llevó a cabo esta misión.



Fuente: evangeliodeldia.org

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