Miércoles 16 de Diciembre de 2009


Evangelio según San Lucas 7,18-23.
Juan fue informado de todo esto por sus discípulos y, llamando a dos de ellos,
los envió a decir al Señor: "¿Eres tú el que ha de venir o debemos esperar a otro?".
Cuando se presentaron ante él, le dijeron: "Juan el Bautista nos envía a preguntarte: '¿Eres tú el que ha de venir o debemos esperar a otro?'".
En esa ocasión, Jesús curó mucha gente de sus enfermedades, de sus dolencias y de los malos espíritus, y devolvió la vista a muchos ciegos.
Entonces respondió a los enviados: "Vayan a contar a Juan lo que han visto y oído: los ciegos ven, los paralíticos caminan, los leprosos son purificados y los sordos oyen, los muertos resucitan, la Buena Noticia es anunciada a los pobres.
¡Y feliz aquel para quien yo no sea motivo de tropiezo!".



Comentario del Evangelio por:
San Gregorio de Agrigento (hacia 559-hacia 594), obispo Comentario sobre el Eclesiastés, 10,2

«La Buena Nueva es anunciada a los pobres»

La luz del sol, vista con los ojos de nuestro cuerpo, anuncia el sol espiritual, el «Sol de justicia» (Ml 3,20). Verdaderamente, es el más dulce sol que haya podido amanecer para los que, en aquel tiempo, tuvieron la dicha de ser sus discípulos, y pudieron mirarle con sus ojos todo el tiempo que él compartió la misma vida de los hombvres como si fuera un hombre ordinario. Y, sin embargo, por naturaleza era Dios verdadero; por eso fue capaz de devolver la vista a los ciegos, hacer andar a los cojos y oír a los sordos; purificó a los leprosos y, con sólo una palabra, llamó a los muertos a la vida.

Y aún ahora no hay nada más dulce que fijar la mirada de nuestro espíritu sobre él para contemplar y representarse su inexpresable y divina belleza; no hay nada más dulce que estar iluminados y embellecidos por esta participación y comunión con su luz, tener el corazón pacificado, el alma santificada, y estar llenos de esta alegría divina todos los días de la vida presente... En verdad, este Sol de justicia es, para los que le miran, el proveedor del gozo, según la profecía de Isaías: «¡Los justos se alegran, gozan en la presencia de Dios, rebosando de alegría!» Y también: «¡Bendigo al Señor en todo momento, su alabanza está siempre en mi boca; mi alma se gloría en el Señor: que los humildes lo escuchen y se alegren!» (Sl 67,4; 33,1)




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